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lunes, 9 de enero de 2012

BULNES (CHILE), LUNES 9 DE ENERO DE 2011

CONCEJAL VALLE Y VECINOS SE CUADRARON CON LOS DAMNIFICADOS DEL MEGA INCENDIO FORESTAL DE QUILLÓN




 Ayer domingo 8 de enero, el concejal de Bulnes Don  Alejandro Valle se dirigió a la comuna de Quillón junto a un par de vecinos y dirigentes en 4 vehículos llevando cosas para ir en ayuda de los vecinos damnificados en el mega incendio, además de  un camion con fardos de pasto y sacos de papas.

 
En Quillón fue recibido por el alcalde de esa comuna Don Jaime Catalán, quién le agradeció a nombre de los vecinos la valiosa ayuda prestada, felicitándolo por el noble gesto.

    

HUMANIDADES: BULNES Y SU RELACIÓN CON LA MODERNIDAD

Trabajo del vecino de Bulnes Don Osvaldo Constanzo Zúñiga
HUMANIDDiciembre      *          2011
Í n d i c e

  • Referencias  de la ciudad de Bulnes…………………………………………….       3
  • Análisis y desarrollo de ¿cuánto ha impactado la modernidad en la ciudad de  Bulnes..5
  • Archivo Fotográfico………...……………………………………………………   11
  • Bibliografía…………………………………………………………………….....   13
R e f e r e n c i a s    d e    l a   c i u d a d   d e    B u l n e s

Bulnes, una ciudad ubicada en la Octava Región de Chile, provincia de Ñuble, se encuentra en pleno valle central y al paso de la carretera longitudinal 5 Sur; específicamente, a 25 kilómetros al sur de Chillán y a 88 Kilómetros al nororiente de la capital regional, Concepción. Su población de 20.502 habitantes se emplaza en una superficie de  424,5 Km2 que en su mayoría, 95 % aproximadamente, considera emplazamientos rurales versus la zona netamente urbana.
Los comienzos de la ciudad datan del año 1788 cuando, junto a la ribera del río Larqui, se levantaba una capilla que da origen  al primer nombre de este emplazamiento: “Villa Santa Cruz del Larqui”. Éste nombramiento estuvo vigente hasta el año 1839 para cambiar luego a Bulnes en honor al presidente Manuel Bulnes; sólo  en el año 1887 la “Villa” muta su denominación a “Ciudad”, siendo  fundada en forma oficial y manteniendo su nombre: “Bulnes”.
La actividad de sus habitantes ha estado relacionada desde sus orígenes con la agricultura y ganadería, en torno a estos 2 rubros, más el incipiente comercio local, se desarrolla la vida de la ciudad que se conoce como “La ciudad de las camelias”, pero que sólo desde hace 10 años volvió a dar cabida al renacer de esta flor, propia de un clima lluvioso de otoño, con la plantación masiva de camelios en sus calles principales para el deleite y añoranzas de sus vecinos.
Como buena comuna de la octava región, cuna de muchos artistas que han formado parte de nuestra historia como país, Bulnes no ha sido la excepción. El nacimiento de Victor Jara profesor y cantautor nacional, quien nació en Quiriquina en 1932 es un ejemplo de esta relación, ya que en esas épocas  esta aldea pertenecía a la comuna que comprendía Bulnes. Otro ejemplo, quizás menos conocido para la masa poblacional, es la del actor Héctor Davauchelle, quien triunfó en las tablas teatrales desarrollando una gran trayectoria y un reconocimiento entre sus pares y quienes estudian esta disciplina
Por último, citar la controversia de la atribución de Chillán como cuna  del nacimiento de Don Bernardo O´Higgins Riquelme, a quién desde hace un largo tiempo se le asigna como su real lugar de nacimiento más perteneciente a Bulnes que a Chillán. Probablemente  se le atribuyo a Chillán, porque en esos tiempos todos esos territorios estaban incluidos dentro de un área que se dependían de Chillán, los antecedentes más tradicionales, generacionales, aluden a su nacimiento cerca de tres esquinas, pequeña localidad  al oriente de Bulnes que depende y ha dependido desde siempre a esta ciudad para su desarrollo. Este antecedente pudiera interesar a historiadores; precisarlo, a esta altura de la historia nacional, lo más probable que para la mayoría de la población sería irrelevante.
Este relato ha situado a la ciudad de Bulnes, a modo de introducción, en su contexto histórico y geográfico,  aunque nuestro enfoque de desarrollo lo relaciona a la Modernidad; ¿Cuánto ha impactado la modernidad en la ciudad de Bulnes?. Para reflexionar acerca de esta interrogante nos centraremos en el análisis de estos últimos 100 años, que al  momento de ser referido como un siglo, es fácil sacar como primera conclusión que es mucho tiempo para apreciar todo lo que puede haber impactado la modernidad en una ciudad; sin embargo, van a existir períodos que pasaremos de manera más ligera, una razón, es por la escasez de hechos relevantes o antecedentes sucesivos que se pueden considerar para relatar un posible avance de la modernidad, como si su paso hubiera sido más cansino que audaz.

A n á l i s i s   y   D e s a r r o l l o
¿Cuánto ha impactado la modernidad en la ciudad de Bulnes?. Escudriñar en la evolución de Bulnes, es hablar de una ciudad que es prioritariamente rural y que desde 1910 comenzaba a establecerse como tal, con iglesia, plaza, construcciones de casas y almacenes que no superarían un par de calles largas, pero ¿qué podía imaginar cualquier Bulnense de esa época sobre lo que podía ser la modernidad,  más allá de visualizar que las cosas comenzaban a tener cursos diferentes de los imaginables, siendo Chillán, y a lo más, Concepción los referentes de progreso y de avances propiamente modernos?.
Entre 1910 y 1930 los habitantes de Bulnes sólo se concentraban en realizar sus actividades agrícolas y ganaderas, en que  para sus desplazamientos y comunicación, como por ejemplo, con otra pequeña ciudad distante a sólo 17 kilómetros hacia la costa de nombre Quillón, tenían que utilizar una balsa para atravesar el río Itata y transportar entre animales y pertenencias, vehículos, bien exclusivo, que en esa época eran de propiedad de personas extremadamente influyentes y adineradas.
Influenciados por el catolicismo la gente de la época parecía no estar o ser consciente de que existían procesos de modernidad. No es hasta 1930 que se vislumbra un avance propio de una ciudad, con la  unión de Bulnes y Quillón  a través de un puente sobre el río Itata que significó una obra de gran envergadura y construcción; este hecho parece sólo circunstancial, teniendo en paralelo a una población que espera como gran acontecimiento la llegada del tren a su estación de ferrocarriles, viendo progresos que tenían que llegar simplemente porque si, sin mayores cuestionamientos como si estamos siendo protagonistas de un proceso o no, o si este proceso nos está considerando sólo como espectadores a los que se les premia con algún avance.
En el transcurso del tiempo y al igual que siempre, Chillán se posicionaba como punto concéntrico de  muchas ciudades pequeñas que geográficamente equidistan a 25 kilómetros, Bulnes hacia el sur, San Carlos hacia el norte, Pinto hacia la cordillera y Quirihue, Cobquecura hacia la costa, entre otras; ésta situación estratégica siempre ha sido o había sido como la mayor muestra de relacionarse con la modernidad, como si todo llegará sólo hasta aquí, relegando la visión de cualquier desarrollo a lo eventual de un viaje a Chillán o en algunos casos especiales Concepción. Esta situación se ve derruida al llegar el terremoto del año 1939 que resulta ser devastador, tanto en lo material como en las pérdidas humanas, que significa poner a toda la provincia de pie y empezar en cada una de sus comunas con una nueva visión arquitectónica, con cambios de lugares de muchas entidades públicas y privadas, y con un cambio en la cosmovisión del mundo. De alguna forma había que dar espacio a la renovación, había que mirar hacia afuera de esta burbuja rural. Pareciera comenzar una nueva vida.
A modo de paréntesis, es posible ligar este terremoto al ocurrido en el año 2010, en que  71 años de proceso hacia una modernidad y de desarrollos tecnológicos, no fueron lo suficiente para evitar o anunciar un terremoto tan grande como el que hubo, con epicentro en la misma provincia, con una ciudad de Bulnes que quedó con el 30% de sus casas para ser derrumbadas y otro gran porcentaje con daños graves. ¿De qué ha servido la modernidad en este caso?, el ciudadano se vuelve a sentir indefenso, en que ningún proceso o avance le hubiera servido, simplemente le tocó participar de un hecho natural en que la respuesta es más una resignación;  al pensar en frío, resultan aparecer rasgos positivos de aquella modernidad, uno de ellos, la baja cantidad de personas fallecidas, ¿ acaso no es esto una de consecuencias positivas de la modernidad?, el que la gente fuera educada para saber cómo actuar en una situación tan impredecible y terrible como lo es un terremoto de esta magnitud y el haber realizado construcciones que soportaron el remezón, constituyen, al menos, un logro.
Continuando en la cronología relacionada con la modernidad, después del 1939, comienza tal vez una de las épocas que mayor relación puede haberse sentido en Bulnes con los avances, el progreso en las comunicaciones y el comienzo de  períodos de mayor migración hacia las zonas urbanas, con pavimentación de sus calles y el con acceso a la educación en zonas rurales y urbanas; hechos que fueron situándose hasta llegar a los años 60 en que  nuevamente aparece ese ciudadano inconsciente de que este proceso se debe llevar cabo si o si o porque lo vio en las ciudades más grandes, siempre actuando ellas como referentes, sin tener la masa poblacional mayores horizontes de visión; sino que sólo aquella relegada para los más pudientes que contaban con un mayor acceso a la información a los medios económicos, por lo que el impacto de la modernidad en el Bulnense es de forma subordinada, más bien inconsciente, bajando la cabeza y caminando sobre algo que parece mejor, que va a solucionar algún problema contingente, que va a facilitar algo, sobretodo en una época en que los trabajos y labores domésticas son tan pesados.
En estos años, 1970, Bulnes ya es una ciudad formada con dos Bancos, Hospital, Escuelas, Liceo, Iglesias, Comisaría, Juzgados, Cárcel y  una Bomba de abastecimiento de bencina y parafina, se comienza a operar con la modernidad y la modernización que pueden tener el calificativo de criticable en comparación al resto de las ciudades de la región, que parecía ser escasa, lenta, carente  de cobertura para toda la población, pero que para el ciudadano era, al fin y al cabo, un progreso. Hemos relatado bastante respecto de la ciudad, y ¿dónde quedan aquellos habitantes rurales de Bulnes del último centenario?, ¿se han sentido ellos realmente impactados o relacionados con la modernidad?, contar con agua potable en la zona urbana versus todo el “sistema” que debían o se debe montar en una parte rural para tener agua es un hecho claro que eso cambia la vida de cualquier familia y se empieza a sentir en contacto con el mundo, de lo contrario, comienza a ser privilegio de algunos y sueños  lejanos para otros.
Llegamos a los años 1980, bajo un régimen que no dejaba visualizar modernidad o mejor dicho dejaba ver o entregaba la modernidad a conveniencia para quienes estaban a cargo del país, por lo tanto, son décadas de retraso del Bulnense, nuevamente es Chillán la ciudad que se plantea como solución en varios aspectos, como surgir en el trabajo, tener estudios de mayor calidad, entretención, y para acercarse a este mundo más relacionado con la modernidad, pero ¿qué pasó con quienes no tuvieron esos medios u oportunidad, más aún cuando dicha modernidad comienza a ocultar a Bulnes dentro de su propia vida?. El tren ya no se detenía en Bulnes, ya no existía ese acontecimiento, atravesaba  de manera  sonora a la ciudad, dejándola como víctima de la modernidad comunicacional ferroviaria, ya no era rentable, no era negocio, y aquellos que vivían de eso o que necesitan de que el tren franqueara la estación, tenían que arreglárselas de alguna forma porque la inexpugnable búsqueda de vida continuaba. El país y el mundo seguían su avance. Comienza, entonces,  a emerger un número mayor de juventud con una visión clara de que Bulnes no es y no sería un lugar que fuera a progresar de tal forma que diera cabida a sus inquietudes, o que fuera ser tocado por la varita mágica de la modernidad para creer  que se había nacido en la ciudad del futuro.
En contraste, esta modernidad que obligaba a Bulnes a arraigarse en sus costumbres y a comenzar a mezclar tradición con modernidad, permitía hacer una vida más plena, en contacto con la naturaleza y con las raíces de nuestro pueblo, envueltos en un compartir en  su gran plaza con árboles que datan de muchos años, sin temor a que existiera ese flagelo, que comenzaba aparecer con fuerza en las grandes urbes, como la delincuencia y el desorden mayor. Ciudadanos viviendo en el proverbio de que “no hay mal que por bien no venga”, justificando en ellos mucho de las situaciones que empezaban a rozarle.
Es conveniente decir que estamos relatando y relacionando la modernidad con una ciudad de la década de los años 80, con una buena parte de calles principales pavimentadas, alrededor de 40, con las entidades necesarias para funcionar, como una iglesia católica, una comisaría, una escuela, un liceo, una cárcel, un hospital nuevo, un correo y una municipalidad, un teatro que escasamente funcionaba para otras actividades, menos para el teatro, una discoteque, un banco y la llegada reciente de otro, con un comercio  de  almacenes,  en su mayoría por especialidad, un par de farmacias, un par de ferreterías y un trío de panaderías. En todo este entorno la llegada de gente de las partes rurales hacia la ciudad se hacía más frecuente, acudían a utilizar los servicios de esta modernidad que llegaba a Bulnes, pero también pasaban las carretelas en forma frecuente, los caballos con sus respectivos jinetes pasaban por sus calles pavimentadas acostumbrados a los tiempos antaño, cuando eran de tierra. Se trata de una ciudad que puede estar conociendo los efectos positivos de la modernidad, la que debía llegar más temprano que tarde, y en la que su condición geográfica de  “al paso en la carretera”, Bulnes comenzaba en la misma carretera, pareció describirla desde sus inicios. Objetivamente, las cosas con respecto al resto,  no cambiaban, más aún se acrecentaba la hegemonía de Chillán y no era extraño encontrarse con la frase de que en el futuro, así como va el desarrollo, Bulnes sería una comuna más de Chillán, haciendo alusión a que esos 25 kilómetros de separación entre ambas ciudades terminarían por ser pobladas, siendo, obviamente Chillán, quien mandará ante tal eventualidad.
Ya en el año 1990 y acercándose al fin del siglo, Bulnes continua su crecimiento con poblaciones y villas que se sitúan hacia la costa principalmente, sin embargo, vuelve hacer víctima de ese  desarrollo nacional, de esta modernidad que deja a trastienda a las comunidades pequeñas, desmerecedoras de una escala de comparación; es así como  en la construcción de la doble vía de la carretera longitudinal 5 sur, se emplaza un paso sobre nivel en el cruce de Bulnes dejándolo más aislado y con menos posibilidad de inmersión en la ciudad de pasajeros o turistas, parecieran ser que son los costos de la modernidad, aquella que se impone como buen proceso sobre bienes mayores, sin considerar las minorías afectadas. Un dato no menor, es que sólo acercándonos al año 2000  se instalan en la ciudad cuatro de semáforos de relativa utilidad,  para comenzar a retirar los palos de amarres de caballos que estaban en puntos estratégicos, como la estación, y las ferias vecinales.
Entrando a estos 10 últimos años, se produce un deterioro en el comercio local de los históricos almacenes con la llegada de un supermercado, la necesidad de incorporación de dos cajeros automáticos que obliga a tener efectivo, por no contar la mayoría de los locales con otra posibilidades de transacción, como queriendo aumentar la impersonalidad entre la relación de sus habitantes, sobre todo entre las familias más nuevas, y apareciendo con ello los primeros visos de delincuencia, emulando lo informado por los medios.
Llega el 27 de febrero del 2010, parece ser un cable a tierra para Bulnes y para su población el terremoto, remece las consciencias, más de un habitante debe haber elevado la voz para decir: “¡pero cómo, no estamos en el siglo XXI, con un nivel de modernidad avanzado, o si alguien lo quiere ya en la postmodernidad, y nadie hace, ni hizo nada por nosotros en el terremoto, ni inmediatamente después, ni un año después!”, entonces de qué puede servir la modernidad si no está al servicio de los seres humanos cuando más se le necesita, ¿cuál sería la diferencia entre este terremoto y el del año 1939?, ¿en qué puede haber colaborado la modernidad entre uno y otro?, se cortaron las comunicaciones, se cayeron o quedaron muy a mal traer las propiedades, los habitantes han tenido que esperar mucho para levantarse, muchos de ellos tuvieron que hacerlo sólo; ¿la modernidad no ayuda en este tipo de situaciones?
Al buscar una relación entre Bulnes y la modernidad en estos últimos 50 años, se podría concluir que ha sido de dulce y agraz, se han tenido impactos positivos al tener avances o al entrar en ciertos períodos a formar parte de ella; como al mismo tiempo, y a raíz de esta tangencialidad de la ciudad a la modernidad, se podido sacar provecho a los efectos contrarios que genera y acuñar la idea de conservación de nuestras tradiciones, nuestro folklore y rehusarse a morir, como aquella sirena de los bomberos que sigue sonando a las 12:00 del día en punto, generando un turismo rural novedoso y lleno de recuerdos.
Sus impactos negativos se hacen evidentes en una ciudad que no crece en habitantes, que envejece día a día, y se desploba de jóvenes, habitantes sin diferencias destacables sobre el resto de la población en  que cualquier modificación que deba ocurrir por causa de la modernidad, no va a tener mor cuestionamiento, sino que sólo va a acatar y adaptarse a lo que venga, una vez más.
Más allá del relato del artículo, la modernidad y la relación que Bulnes ha tenido con ella, tiene al factor humano como eje central, la modernidad como buen proceso no se detiene, no es como esa micro que se podía hacer parar en la esquina con la extensión de la mano, es más bien similar al metro de las grandes ciudades, que para y se detiene cada ciertos tramos, pero si no te subes te quedarás abajo de este metro. Los Bulnenses han quedado al paso,  casi al punto de marginarse de cualquier progreso, en una condición de borde que le ha permitido hacerse de una mezcla para tener una disfrute de la vida que no la tiene todo habitante que vive sumergido en la vida de la modernidad, pero que sólo puede quedar refrendada a una población adulta mayor que necesita y cuida de su descanso.
Para los que emigramos, quedará aquella plaza de Bulnes, que ha albergado los primeros pasos de un niño, entretenciones para los pequeños, inicio de nuestros amores de adolescentes, de fiestas veraniegas para los adultos y de sombra con sus grandes árboles para aquellos que ya están en la etapa del jubileo, quedará como mudo testigo del paso de la vida, visto hoy día desde esta esquina, de la relación de Bulnes con la Modernidad.

Apreciación del docente Don Ricardo López M.
Un notable trabajo, profundo y afectivo en sus reflexiones. Destaca el uso de la historia y sus inflexiones trágicas (terremotos), las que paradójicamente contribuyen tanto a acercar a Bulnes a la modernidad como a cuestionarla. El autor tiene presente la relación y la diferencia entre modernización y modernidad y realiza un contrapunto entre ambas, entre la materialidad que la primera conlleva y la subjetividad que involucra la segunda. Por otra parte, se infiere del texto (y de alguna manera el autor así lo dice) la existencia de una modernidad periférica, que surge y se expresa solo si un “otro” efectivamente la asume (Chillán). Esta modernidad aparece entonces como un “parche”, algo agregado y que depende de esa otredad mayor. Demás está decir que el autor es crítico de esta visión. Muy buen trabajo.