PASTORES EVANGÉLICOS DE BULNES INAUGURARON E HICIERON ENTREGA DE MONOLITO AL ALCALDE DE LA COMUNA
Bajo la sombra de los tilos de la plaza de armas, se llevó a efecto la bendición e inauguración de un monumento cristiano que el pueblo evangélico de Bulnes donó a la comuna, como una señal de que ellos también están presentes y son parte de las fuerzas vivas que la pueblan.
La ceremonia reunió a unos trescientos integrantes de diversas Iglesias Evangélicas, quienes junto a las autoridades presentes, oraron y cantaron a Dios, a la comuna y sus habitantes, por el feliz momento que vivían , por la unión y porque desde ahora estarán presentes en la plaza de armas a través del monolito inaugurado.
"Los cimientos del infierno han temblado porque el pueblo de Dios está vivo hoy en Bulnes", dijo uno de los oradores, refiriéndose al significado del monolito inaugurado.
Luego los Pastores presentes se reunieron alrededor del monolito y con sus manos dirigidas a su centro, oraron y bendicieron. Enseguida el alcalde de la comuna con el Pastor Herrera y los demás Pastores, entre los que se encontraba el concejal Max Pacheco como Obispo Evangélico, procedieron a develar el monolito retirando un manto que lo cubría. La comunidad presente aplaudió y dio gracias a Dios.
El monolito había sido inaugurado y entregado a la comuna como símbolo de la presencia del pueblo evangélico en Bulnes.
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UN REMOZADO CEMENTERIO ESPERA A LOS HABITANTES DE SANTA CLARA Y PUEBLO SECO
Visitamos el cementerio de Pueblo Seco en Santa Clara para interiorizarnos en que condiciones se encuentra para recibir a sus visitantes hoy.
Pudimos comprobar que se encuentra remozado en su estructura, en el entorno y en la atención a los usuarios que lo hacen sentir con las numerosas felicitaciones que pudimos leer en el libro ubicado a la entrada del campo santo.
Completamente limpio en sus tumbas y pasillos y con un campo de encuentro y oración sobre un cesped con una cruz de madera y toldos para proteger del sol a quienes usan la instalación.
La calle de acceso está cortada en su unión con la ruta 5 sur, desde donde se ingresa a un amplio estacionamiento en un terreno que facilitó para el efecto el empresario Don Fernando Cabrer y que fue habilitado por la retroexcavadora de la municipalidad, quedando la calle libre para el tránsito de peatones y la instalación de puestos comerciales.
También visitamos la tumba del último Héroe de la guerra del pacífico que combatió representando a Bulnes y que falleció en estas tierras en el año 1944. Nos referimos a Don Samuel Rocha Menoza (Q.E.P.D.).
Nos retiramos gratamente sorprendidos del gran trabajo que realizan los funcionarios a su cargo, en mantener la pulcritud y la dignidad de quienes reposan en ese camposanto.
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PRIMERA JORNADA DE SALUD INTEGRAL, REALIZÓ CESFAM QUILLON
Autoridades y Dirigentes de Organizaciones comunales, Deportivas y Sociales, junto Directores de Establecimientos Educacionales de la comuna, tomaron parte en Quillón de la Primera Jornada de Salud Integral.
La reunión organizada por el CESFAM local, se llevó acabo en el Salón Diego Portales de la Municipalidad, dando cuenta de programas referidos a la salud, entre ellos: Elige Vivir Sano, Chile Crece Contigo, .Vida Chile,
Plan de Infancia, Salud Mental, Salud Bucal, entre otros temas de interés a cargo de profesionales de la salud, Psicólogos, Asistentes Sociales, Nutricionistas y Médicos.
Plan de Infancia, Salud Mental, Salud Bucal, entre otros temas de interés a cargo de profesionales de la salud, Psicólogos, Asistentes Sociales, Nutricionistas y Médicos.
El Objetivo principal de la cita, fue compartir los conocimientos y exponer los diferentes Planes y Programas de trabajo, desarrollados por profesionales del la salud comunal.
La bienvenida al evento, la dio el Alcalde de la Comuna, Jaime Catalán, quién instó a los asistentes a ser parte de la difusión de los programas de Salud impulsados por el Ministerio, los que se replican tanto en el Cesfam, Cecof y Postas de la comuna.
Al término de la actividad, se entregó un certificado de participación, a cada uno de los asistentes a la Primera Jornada de Salud Integral, del Cesfam Quillón. (G. Escares).-
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BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES (Mt. 5,9) – VIII PARTE
Las acepciones de la traducción del griego de esta palabra son “los que trabajan por la paz”, puede ser “promotores de la paz”, “pacificadores” y hasta “reconciliadores”. La calificación es positiva, ajeno a la agresividad y a la contienda, a la falta de iniciativa, indolencia, indiferencia o comodidad; la expresión evangélica habla de un “pacífico activo”, de una persona que comprende lo que es la paz, la aprecia en lo que vale, y pone sus capacidades y talentos al servicio de afianzarla y crea las condiciones para establecerla donde no existe. Pacificador es entonces un realizador de la paz y no un espectador que contempla la escena del mundo.
La recompensa es que “serán llamados hijos de Dios”. Los hijos suelen asemejarse a sus padres. Las Escrituras insisten en la paz como en algo que es muy propio de Dios. San Pablo desea a los fieles “que el Dios de la paz” sea con ellos (Rom.15,33). Al contrario Satanás es el perturbador de la paz. Dios es el autor de la paz verdadera (Lev.26,6). “¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: ya reina tu Dios” (Is.52,7). Este texto leído en clave cristiana, pone una relación muy íntima entre la paz y la salvación. La buena nueva (= Evangelio) de salvación es un anuncio y una realidad de paz porque será Dios quien reine en medio de su pueblo. Los hijos de Dios son hombres y mujeres que llevan en su corazón y en sus actitudes el sello divino de estar activamente al servicio de la paz, con sus valores de unidad.
La paz es un don de Dios: sólo él puede dar paz verdadera. La paz es orden. “ La consecuencia de la justicia es la paz, el fruto de la equidad sin fin” (Is.32,17). En esta línea Santo Tomás de Aquino pudo definir la paz como “la tranquilidad en el orden”, diríamos un “orden sereno y estable” (la virtud de la justicia, es la base del orden, y el fruto es la paz). El orden puede decirse que es la disposición de las partes de un todo en forma que cada uno ocupe el lugar que le corresponde y desempeñe el papel que le es propio. El orden es un presupuesto de la paz, agregando a este concepto el de estabilidad, se trata de un orden firme, sólido, asentado armoniosamente.
Observado así tenemos campos en los que debe verificarse la paz: hay una paz entre el hombre y Dios, debe haber paz entre los hombres, paz entre el hombre y la naturaleza. En resumen el hombre debe situarse correctamente ante Dios, ante sus semejantes y ante la creación. Esto equivale a comprender profundamente la relación que tiene con cada una de las realidades y ajustar a ellas su acción.
Cristo es nuestra paz, un solo hombre nuevo, haciendo la paz, y reconciliar con Dios a ambos pueblos en un solo cuerpo por medio de la cruz, dando muerte a la enemistad (cfr. Ef.2,14-17). Cristo trae la paz por medio de la reconciliación con Dios, y esa reconciliación sitúa al hombre nuevo en el lugar que le corresponde: en el Cuerpo de Cristo en el que los hombres llegan a ser “conciudadanos de los santos y familiares de Dios…” Así la paz de Cristo, viene a ser sinónimo de gracia y de salvación, se transforma en una calidad permanente e interior, un modo de ser espiritual, fruto de la redención.
El Señor Jesús dijo a sus discípulos “Os dejo la paz, os doy mi paz; no os la doy como la da el mundo” (Jn.14,27), haciendo una diferencia clara entre su paz, la verdadera paz, y la que ofrece el mundo. Su paz pertenece al orden de las realidades de salvación, es interior, es un don de Dios. Si Jesús saluda a los suyos deseándoles y dándoles la paz, es natural que Él mismo haya mandado a sus discípulos que saluden a quienes se acerquen en cumplimiento de su misión “Paz a esta Casa”(Lc.10,5). Es el anuncio de los bienes del Reino, de esos bienes que la Iglesia tiene misión de comunicar.
La paz que ofrece el mundo es el resultado muchas veces de la violencia y de la opresión, se asegura provocando temor e incluso terror. Pero indudablemente habrá ocasiones en que es legítimo, ante los violentos y rebeldes, recurrir a ciertos medios que amedrenten, construyendo una barrera para quienes no quieren respetar las reglas de la convivencia social.
Desde la perspectiva cristiana, la paz entre los hombres es la consecuencia de la paz con Dios, de la reconciliación que Cristo vino a traernos. “Si alguno dice amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso” (1Jn.4,20). “Procuremos lo que fomente la paz”, nos dice San Pablo (Rom. 14,19). “Tened un mismo sentir los unos para con los otros… atraídos más bien por la humildad… tened paz con todos los hombres; no tomando justicia por vuestra cuenta…”(Rom.12,16-21). “El que te abofetee una mejilla, ofrécele también la otra… amen a vuestro enemigos…” (Mt.5,38.43-45). “Padre, ¡perdónalos, porque no saben lo que hacen!” (Lc.23,14). La regla de oro de estos éstos valores del Evangelio “lo que a ustedes les agradaría que los demás les hicieran, eso mismo háganlo ustedes con ellos” (Lc.6,31).
Atendiendo a los ejemplos de Jesús y a los testimonios apostólicos, se ve que la búsqueda de la paz puede significar esfuerzos heroicos. Así se comprende que la paz es fruto del Espíritu, un signo de salvación. Se ejercita además a través de las acciones y actitudes que deben ser permanentes, como la veracidad, el perdón, la reparación, apaciguar, olvidar, rezar, etc.
Luis Aguilera Soto
La recompensa es que “serán llamados hijos de Dios”. Los hijos suelen asemejarse a sus padres. Las Escrituras insisten en la paz como en algo que es muy propio de Dios. San Pablo desea a los fieles “que el Dios de la paz” sea con ellos (Rom.15,33). Al contrario Satanás es el perturbador de la paz. Dios es el autor de la paz verdadera (Lev.26,6). “¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: ya reina tu Dios” (Is.52,7). Este texto leído en clave cristiana, pone una relación muy íntima entre la paz y la salvación. La buena nueva (= Evangelio) de salvación es un anuncio y una realidad de paz porque será Dios quien reine en medio de su pueblo. Los hijos de Dios son hombres y mujeres que llevan en su corazón y en sus actitudes el sello divino de estar activamente al servicio de la paz, con sus valores de unidad.
La paz es un don de Dios: sólo él puede dar paz verdadera. La paz es orden. “ La consecuencia de la justicia es la paz, el fruto de la equidad sin fin” (Is.32,17). En esta línea Santo Tomás de Aquino pudo definir la paz como “la tranquilidad en el orden”, diríamos un “orden sereno y estable” (la virtud de la justicia, es la base del orden, y el fruto es la paz). El orden puede decirse que es la disposición de las partes de un todo en forma que cada uno ocupe el lugar que le corresponde y desempeñe el papel que le es propio. El orden es un presupuesto de la paz, agregando a este concepto el de estabilidad, se trata de un orden firme, sólido, asentado armoniosamente.
Observado así tenemos campos en los que debe verificarse la paz: hay una paz entre el hombre y Dios, debe haber paz entre los hombres, paz entre el hombre y la naturaleza. En resumen el hombre debe situarse correctamente ante Dios, ante sus semejantes y ante la creación. Esto equivale a comprender profundamente la relación que tiene con cada una de las realidades y ajustar a ellas su acción.
Cristo es nuestra paz, un solo hombre nuevo, haciendo la paz, y reconciliar con Dios a ambos pueblos en un solo cuerpo por medio de la cruz, dando muerte a la enemistad (cfr. Ef.2,14-17). Cristo trae la paz por medio de la reconciliación con Dios, y esa reconciliación sitúa al hombre nuevo en el lugar que le corresponde: en el Cuerpo de Cristo en el que los hombres llegan a ser “conciudadanos de los santos y familiares de Dios…” Así la paz de Cristo, viene a ser sinónimo de gracia y de salvación, se transforma en una calidad permanente e interior, un modo de ser espiritual, fruto de la redención.
El Señor Jesús dijo a sus discípulos “Os dejo la paz, os doy mi paz; no os la doy como la da el mundo” (Jn.14,27), haciendo una diferencia clara entre su paz, la verdadera paz, y la que ofrece el mundo. Su paz pertenece al orden de las realidades de salvación, es interior, es un don de Dios. Si Jesús saluda a los suyos deseándoles y dándoles la paz, es natural que Él mismo haya mandado a sus discípulos que saluden a quienes se acerquen en cumplimiento de su misión “Paz a esta Casa”(Lc.10,5). Es el anuncio de los bienes del Reino, de esos bienes que la Iglesia tiene misión de comunicar.
La paz que ofrece el mundo es el resultado muchas veces de la violencia y de la opresión, se asegura provocando temor e incluso terror. Pero indudablemente habrá ocasiones en que es legítimo, ante los violentos y rebeldes, recurrir a ciertos medios que amedrenten, construyendo una barrera para quienes no quieren respetar las reglas de la convivencia social.
Desde la perspectiva cristiana, la paz entre los hombres es la consecuencia de la paz con Dios, de la reconciliación que Cristo vino a traernos. “Si alguno dice amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso” (1Jn.4,20). “Procuremos lo que fomente la paz”, nos dice San Pablo (Rom. 14,19). “Tened un mismo sentir los unos para con los otros… atraídos más bien por la humildad… tened paz con todos los hombres; no tomando justicia por vuestra cuenta…”(Rom.12,16-21). “El que te abofetee una mejilla, ofrécele también la otra… amen a vuestro enemigos…” (Mt.5,38.43-45). “Padre, ¡perdónalos, porque no saben lo que hacen!” (Lc.23,14). La regla de oro de estos éstos valores del Evangelio “lo que a ustedes les agradaría que los demás les hicieran, eso mismo háganlo ustedes con ellos” (Lc.6,31).
Atendiendo a los ejemplos de Jesús y a los testimonios apostólicos, se ve que la búsqueda de la paz puede significar esfuerzos heroicos. Así se comprende que la paz es fruto del Espíritu, un signo de salvación. Se ejercita además a través de las acciones y actitudes que deben ser permanentes, como la veracidad, el perdón, la reparación, apaciguar, olvidar, rezar, etc.
Luis Aguilera Soto